abril 02, 2014

Ambigüedades de la escritura

Uno de los mayores problemas que nos podemos encontrar en una redacción es el de la ambigüedad. Ciertamente hay muchos otros aspectos que dificultan la comprensión del contenido de un texto, pero, por mi parte, considero que este es uno de los más importantes y más complicados de detectar, sobre todo para quien escribe dicho texto, no así para quien lo corrige. Nuestros escritos pueden resultar ambiguos por muy diversos motivos: por la construcción de la oración, por el uso de algunas formas verbales, los pronombres, los gerundios o por utilizar términos con diversos significados que pueden dan lugar a equívocos.


Cuando nos disponemos a escribir o corregir algún texto debemos ser muy precavidos con el orden en el que están colocados los términos en cada oración, ya que un mismo enunciado puede ser interpretado de maneras distintas por la forma en que está construido. Así pues, no debemos olvidar lo que queremos transmitir y lo que realmente estamos diciendo según la disposición de los elementos en las oraciones. De esta forma, no es lo mismo decir: El perro callejero fue hallado maltratado por Juan, que decir: El perro, maltratado, fue encontrado por Juan. Como vemos, ambas frases tienen los mismos elementos pero dispuestos en distinto orden.
También puede darse el caso de que cuando utilicemos una forma verbal de un verbo caigamos en la ambigüedad si esa forma coincide con la de otro verbo distinto. Lo explicaré mejor con unos ejemplos haciendo uso de los verbos «creer» y «crear» que tienen algunas formas en común. ¿La oración «creamos en el taller de escritura» es una invitación a creer en el valor del taller o, por el contrario, se nos está diciendo que han creado textos en dicho taller?
De la misma manera hay ciertos pronombres que pueden dar lugar a errores de comprensión porque nos dejan dudas de a quién se refieren. Por ejemplo, «Juan cenó con Manuel en su casa» no nos deja claro en casa de quién cenaron, si en la de Juan o en la de Manuel. También podríamos poner como ejemplo «le compró bombones», con cuyo «le» podemos estar hablando de la persona para quien se los compró o de la persona encargada de venderlos.
Esto mismo puede ocurrir con el uso de los gerundios en algunos casos. De nuevo un ejemplo para demostrarlo, «ayer vi a Carlota yendo en coche», en este ejemplo nos queda la duda de quién iba en coche, si Carlota o la persona que la vio.
Y, finalmente, nos podemos encontrar con ambigüedades de tipo léxico, en cuyo caso el uso de un término que tiene diversas acepciones puede da lugar a error por no ser lo suficientemente clara la oración. Por ejemplo, en «han puesto un banco al lado de mi casa» no sabemos de qué tipo de banco se trata, si un banco para sentarse o una oficina de bancaria. Otro ejemplo sería «Antonio no pinta nada en su casa», ¿esto significa que Antonio no pinta las paredes o cuadros, o que su presencia carece de importancia en su propia casa?

Estos son los tipos de ambigüedades con los que nos podemos encontrar en un texto, pero ahora debemos saber qué podemos hacer para corregirlos. Pues bien, por regla general, en un escrito el contexto suele esclarecer muchas de las ambigüedades que aparecen a lo largo del mismo, sin embargo, si no es así, el primer paso que debemos hacer es comprobar la puntuación, ya que en muchos de los casos esta va a ser nuestra gran aliada, sin duda juega un papel primordial en la redacción y comprensión de una redacción, también podemos echar mano de sinónimos o expresiones equivalentes que no dejen lugar a dudas, o podemos aportar información que precise el significado de lo que queremos decir, y, además, hemos de comprobar y jugar con la colocación de los términos elegidos. 

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho este artículo, porque a veces escribimos tan deprisa, nos embalamos y perdemos de vista muchas cosas. Por eso es tan necesaria la corrección de un profesional que mire nuestra obra con otros ojos.

    Graciassss!!

    Besos

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